Hoy te traigo una experiencia personal, algo que me ocurrió
hace poco. Leyendo el blog de Edward Azorbo en la web de Rebeldes Marketing
Online, he podido averiguar la vital importancia que tiene la reputación
online. Por eso, te cuento una anécdota que creo es relevante en este aspecto.
Se acercaba el día de la madre y mis hermanos y yo quisimos
tener un detalle diferente con ella. Además, no fuimos muy obsequiosos con el
día del padre, así que teníamos un detalle conjunto para ambos y quedábamos
como los mejores hijos del mundo. Total, decidimos regalarles un desayuno a
domicilio y escogí la empresa “Matías buenos días”. Conocía esta e-commerce
porque mi madre, antes de que vendieran online, ya era clienta. Le traían diariamente
el pan y los periódicos. De hecho, fueron ellos quienes contactaron con ella en
un primer momento para ofrecerse, es decir, hacían telemarketing. Comenzaron
como un pequeño negocio y poco a poco han ido creciendo mediante publicidad en
radio (yo misma escuché varias cuñas) y en Internet.
La cuestión, era una empresa que me generaba confianza y por
eso decidí, de entre toda la oferta de desayunos a domicilio, escogerlos a
ellos. Como pensé que cuanto más se acercara el día de la madre, más saturada
estaría la empresa, hice mi pedido un mes antes. Lo primero que hice es hacer
un carrito de la compra con un desayuno personalizado para ver qué podía
incluir y a qué precio me salía: incluí unas tazas de “buenos días mamá” y
”buenos días papá” porque me hicieron gracia y estaban muy bien de precio. Al
día siguiente, lo consensué con mis hermanos y cuando me dieron el ok volví a
la web a hacer la comanda. Estas son las sorpresas con las que me encontré:
1. En las tazas de desayuno de “buenos días mamá” y ”buenos
días papá” se había aumentado el precio en un 50% (el día anterior costaban 5€
y al día siguiente 10€).
2. El carrito de la compra no había sido guardado, por lo
que tuve que hacer un nuevo pedido.
A pesar de estos dos inconvenientes, tiré hacia adelante e
hice la compra introduciendo la fecha y la hora de entrega, a partir de la que
me dieron un número de pedido. Una semana más tarde, me di cuenta de que me
había equivocado en la fecha de entrega; puse para el día 1 de mayo, en lugar
del 3. Contacté con ellos por mail y al poco tiempo me contestaron confirmándome
que mi fecha había sido rectificada. Me gustó la rapidez en la respuesta pero
no entendí como habiéndome facilitado un número de pedido (un localizador) como
no podía rectificar ese dato yo misma desde la web.
Llegó el día 3 de mayo y a las 09.30h (hora límite de
entrega) el desayuno no había llegado. Mis padres no sabían nada, así que sobre
esa hora se levantaron y desayunaron. Fui a la web y el fin de semana ponía que
sólo se podía contactar por mail así que les escribí varias veces. Pasaba el tiempo
y no contestaban. Por eso pensé en las redes sociales. Escribí varios mensajes
públicos en su fan page de Facebook y en
su página de Twitter. Al fin, el pedido llegó una hora y media tarde.
Estaba disgustadísima y lo hice saber en la red. Pero lo arreglaron.
Al día siguiente me llamaron para disculparse y para ofrecerme una
compensación. De nuevo, volví a las redes sociales, esta vez para dar una
opinión favorable.
Y esta anécdota, en lo que me hace pensar es el la vital
importancia que tiene la reputación online, como bien dice Edward Azorbo en el blog
de Rebeldes Marketing Online. La próxima vez, antes de hacer un pedido,
consultaré opiniones en la red.
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